
Atada
Una rúbrica al final del papel, daba cuenta del contrato.
- Sesenta años de vida, eso firmó Ud. al hacer el contrato -
¿Sesenta? ¿Tan pocos?
-Sí, fue lo convenido-
Pero...
-Lo siento, no hay peros que valgan-
¡PERO!
Yo no he ido a Europa aún.
No me ha lloviznado el Churún Merú.
Ni me he bañado desnuda en plenilunio en ninguna playa solitaria.
No he caminado bajo la nieve una noche de invierno, en un país donde haya invierno.
No he recogido los frutos del árbol que sembré.
No tuve un hijo.
Tengo por publicar cinco poemarios y una novela a la que sólo le falta la última página.
No he besado sus labios.
No he hecho el amor con el amor.
No he amanecido en su piel.
No he escuchado su voz y siento muero…¡muero!
¡NO HE VIVIDO!
Señor, me faltan tantas cosas por hacer...y ¿ya, terminó mi contrato, dice Ud.?
¡Una prórroga por favor! ¿dónde firmo? ¿qué empeño a cambio?
por unas horas donde mirarme pueda en sus ojos amados.
Unas horas, para decirle...¡te amo!
-¡Lamentable!, no hay prórrogas, ni plazos nuevos, ni nada...tuvo tiempo...mucho tiempo...tuvo toda su vida.-
El contrato se venció. ¡Cúmplase!
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: al constatar que la vida pasa y pasa, y pasa…y una….
Mayo 01 de 2008
Decreto
¡Cúmplase!... Aunque tal vez... no sé, pero... es posible
que no sea justo que se marche
de manera incompleta,
no estoy pensando en ella,
voy pensando en los otros,
en los que se quedaron al margen del camino,
desheredados, rotos, aturdidos, incrédulos,
pensantes...
No ha ido a Europa aún porque no quiso,
prefirió los guijarros de la Sierra
con los picos canosos para anidar el vuelo de los sueños.
¡Lo del Churún Merú! porque no quiso,
se lo entregué en obsequio,
se lo puse en su tierra cual patrimonio humano
para que allí el ángel de su antojo saltara de su boca o de sus
ojos.
No se bañó desnuda en plenilunio en ninguna playa
solitaria,
porque la soledad nunca ha sido su fuerte,
compartió el plenilunio, en la luna de espejo de otros ojos
que vistieron de goces y de celos la desnudez salvaje de sus
besos.
No caminó bajo la nieve (¡blanca!...) una noche de invierno,
sus caminos mezclaron los colores y prefirió los ocres
asolados,
la canela que tuvo entre sus manos cual infusión de
éxtasis.
¿Del árbol y los frutos...? Mejor no hablemos,
se hizo sembradora y en cada surco cultivo con sus manos
el futuro y ese futuro le ha dejado mil hijos
que hoy pululan la vida y la recuerdan con el regazo tibio en la
mirada.
Lo que si no cuestiono es el asunto ese de los
besos...
el no besar sus labios,
el amor y el amor, el
que no ha hecho,
el que vaga sin lunas, sin sol en otra piel.
Pero Señor, el contrato ha vencido, ahora es mi turno
y voy de recogida pues le toca,
si no le alcanzó el tiempo no es mi culpa.
¡Cállate Muerte...! Yo soy quien doy y quito.
Y sé que no es tu culpa que derrochara el tiempo en otras cosas
sin decirle Te Amo, cuestionando tal vez los sin
sentido,
asuntos que escapaban de sus manos
porque soy yo quien mueve los cordeles.
Pero ya te lo he dicho, no estoy pensando en ella,
toro bravo que se lanza a la lid sin parapeto,
voy pensando en los otros, mientras tanto, decreto:
ahí le va sin aviso un plazo nuevo.
Carmenluisa
a unos días de 60 y algo más...
¡Cúmplase!... Aunque tal vez... no sé, pero... es posible
que no sea justo que se marche
de manera incompleta,
no estoy pensando en ella,
voy pensando en los otros,
en los que se quedaron al margen del camino,
desheredados, rotos, aturdidos, incrédulos,
pensantes...
No ha ido a Europa aún porque no quiso,
prefirió los guijarros de la Sierra
con los picos canosos para anidar el vuelo de los sueños.
¡Lo del Churún Merú! porque no quiso,
se lo entregué en obsequio,
se lo puse en su tierra cual patrimonio humano
para que allí el ángel de su antojo saltara de su boca o de sus
ojos.
No se bañó desnuda en plenilunio en ninguna playa
solitaria,
porque la soledad nunca ha sido su fuerte,
compartió el plenilunio, en la luna de espejo de otros ojos
que vistieron de goces y de celos la desnudez salvaje de sus
besos.
No caminó bajo la nieve (¡blanca!...) una noche de invierno,
sus caminos mezclaron los colores y prefirió los ocres
asolados,
la canela que tuvo entre sus manos cual infusión de
éxtasis.
¿Del árbol y los frutos...? Mejor no hablemos,
se hizo sembradora y en cada surco cultivo con sus manos
el futuro y ese futuro le ha dejado mil hijos
que hoy pululan la vida y la recuerdan con el regazo tibio en la
mirada.
Lo que si no cuestiono es el asunto ese de los
besos...
el no besar sus labios,
el amor y el amor, el
que no ha hecho,
el que vaga sin lunas, sin sol en otra piel.
Pero Señor, el contrato ha vencido, ahora es mi turno
y voy de recogida pues le toca,
si no le alcanzó el tiempo no es mi culpa.
¡Cállate Muerte...! Yo soy quien doy y quito.
Y sé que no es tu culpa que derrochara el tiempo en otras cosas
sin decirle Te Amo, cuestionando tal vez los sin
sentido,
asuntos que escapaban de sus manos
porque soy yo quien mueve los cordeles.
Pero ya te lo he dicho, no estoy pensando en ella,
toro bravo que se lanza a la lid sin parapeto,
voy pensando en los otros, mientras tanto, decreto:
ahí le va sin aviso un plazo nuevo.
Carmenluisa
a unos días de 60 y algo más...